Tratar
de conformar a un grupo con experiencia en salidas off-road
no siempre es fácil, solo bastaba ver el nivel de equipamiento
en las camionetas para darse cuenta que no sería un
viaje de paseo, este grupo necesitaba "acción",
a eso habían venido desde Bahía Blanca hasta
la puna Catamarqueña, despuntar el vicio de la doble
buscando el límite que impone la naturaleza, pero nunca
menos.
Cuatro Monteros cortas, una Nativa y la única gasolera
del grupo la SW4 de Sergio cumplieron con inglesa puntualidad
la cita prefijada en el hotel de Belén la tarde del
Lunes, la "semana de trabajo" comenzaba al otro
día con el enlace a nuestra base de Antofagasta de
la Sierra.
El Martes amaneció despejado, casi una constante por
estos lados, la ida al supermercado para la compra de las
últimas vituallas sirvió para ir reconociendo
las voces por el VHF, que con el paso de los días cada
una de las 12 personas que componían el grupo sería
ya fácilmente reconocible al aire.
Salir casi a la hora de comer, resultó una bendición
al momento de programar el almuerzo, ubicar una "sombrita"
luego de Villavil, resultaría tan difícil como
adaptarse al brusco cambio de altitud, en definitiva los casi
2000 metros de diferencia entre los pernoctes, imponía
un día de tranquilidad y adaptación, Subir la
cuesta de Indalecio y luego la de Randolfo deberían
en teoría forzar solo a los motores y no a las personas,
programar una parada solidaria en una perdida escuelita puneña,
distensión y alegría a medio camino que rápidamente
"desvió" el foco de atención hacia
esos casi 50 alumnos que vieron interrumpida su clase de gimnasia
por la llegada de las flamantes 4x4 repletas de obsequios
para ellos.
Libros, zapatillas, instrumentos musicales y un sinfín
de cosas más pusieron en Silvia -la directora suplente
a cargo de la escuela- ese brillo en los ojos que todos sabemos
reconocer como gesto de gratitud hacia nosotros en nombre
de sus queridos alumnos, los cuales en una emotiva ceremonia
de izado de bandera agradecieron a viva voz la presencia de
nuestro grupo en ese olvidado paraje cordillerano.
La sonrisa de Mabel, la joven radio-operadora que nos hizo
de anfitriona en la visita a la escuela, demostraba que simples
a veces son las cosas, ella había escuchado por su
emisora que "turistas" andaban por la zona, y sin
más esperaba paciente con unas amigas la llegada del
grupo.
El tiempo corre muy diferente en la puna, la paciencia y la
constancia una característica que íbamos a encontrar
en cada uno de los puestos que visitáramos. Una pequeña
donación a quien poco tiene, una alegría para
nuestro espíritu y a veces una muy buena "excusa"
a la hora de explicar nuestras travesuras en las 4x4.
El
sol se ponía en la última abra alta, la de Pasto
Ventura y la hermosa Pampa del Carachi, magnífica antesala
para nuestra llegada a Antofagasta de la Sierra, capital del
Departamento de Antofagasta (el más grande y desolado
de la provincia) es sin duda la nueva "meca" para
los amantes del off-road más puro, aquel en que abrirse
camino por uno mismo, es casi tan importante como superar
los miedos más viscerales al extravío y posiblemente
a la muerte.
Tan basto y solitario es el paisaje, que la relación
de habitantes por kilómetro cuadrado no llega siquiera
a la unidad y lejos de estarlo, pueden pasar semanas sin siquiera
ver a nadie.
El esperado abastecimiento de combustible se cumplió
tal como estaba programado, los 400 litros de Nafta Super
que dos semanas atrás habíamos encargado "subir"
desde Belén, ahora nos esperaba en los surtidores de
la poco frecuentada estación de servicio. Acomodarnos
en la Hostería Municipal, un largo ritual ya conocido.Casi
tan importante como el combustible, en la hoja de ruta destacaban
los "míticos" ravioles de seso de la mejor
cocinera del pueblo, una bendición después de
un largo día de viaje.
Empieza
el rock'n'roll,...
Tal como era de esperarse, el disciplinado grupo de Bahía,
tenía sus camionetas y tripulaciones listas a la hora
fijada por la Organización, la explicación de
la Hoja de Ruta se mezclaba con los clásicos primeros
comentarios e intercambios de expectativas para el resto del
día. Una parada en unos extraños petroglifos,
le sirvió a Popi -el cameran y hombre poli-rubro del
grupo- para dejar grabado en cinta las primeras palabras que
pondrían en situación a la nutrida audiencia
que va siguiendo las aventuras de este grupo por el cable
local de su ciudad.
Casi sin preveerlo y a menos de una hora de la salida, "la
baja" llegó para quedarse en el primero de los
muchos húmedos mallines que nos tocarían cruzar
ese día. Las lingas y los cables del malacate comenzaron
la jornada rescatando las primeras camionetas que buscaban
no ser parte del paisaje, ese de amarillos y verdes contrastantes.
De a una y en prolija fila, las hasta ahora inmaculadas camionetas
le hicieron frente al segundo de los grandes obstáculos
del día, un fino cañadón de por lo menos
1 km. de largo y de casi unos pocos metros de ancho que serpentea
uniendo dos valles que se vanagloriaban de no haber visto
vehículo alguno hasta solo hace un año atrás
cuando con el grupo que llamamos Pajarraco de la Puna I, decidimos
aventurarnos a cruzar al Volcán Galán por esta
inusual vía.
Tirarnos por una rampa "sin posibilidad" de retorno,
es siempre un factor desencadenante de adrenalina, aunque
se sepa claro, que hay posibilidad cierta de salida.
Lo complejo de los deshielos y el inusitado calor imperante
a los casi 4900 metros de altura, descongeló inevitablemente
los mallines de tal forma, que resultaron en formidable y
"gomoso" obstáculo a la hora de cruzar siete
vehículos por la misma y única vía posible.
El reloj corría casi tan rápido como lo hacía
el malestar que Mabel sentía debido a la altura.
Haber caído desde tan alto por la pedregosa rampa de
más de 100 metros de altura, para meternos de cabeza
en un mallín que intenciones ninguna tenía de
dejarnos cruzar, no era exactamente la mejor forma de calmar
los nervios. Sabíamos que no había marcha atrás,
era solo cuestión de trabajar. En definitiva la lista
de seis malacates para siete camionetas, debería al
menos en la teoría calmar un poco los nervios. El gancho
en el paragolpes trasero de Miguel sintió el tiro del
8000i de Guillermo,... y no sería la última
vez.!.
Una a una las livianas y potentes "Monteritos cortas"
fueron cruzando el lodazal, la matemática en el numero
de malacates, casi justa. Quedarse encajado de a varios integrantes
a la vez, una constante que se seguiría repitiendo
a lo largo de este viaje !.
Haber encontrado la "pasada" entre los labios oestes
del volcán Galán, un hecho festejado y merecido
después de largas horas de pelearle el derecho de paso.
Punto para el bendito GPS.
Dejarnos caer en las proximidades de la laguna Diamante para
pisar huella conocida, una verdadera válvula de alivio
para cuerpo y mente, las cinco horas que nos restaban para
armar campamento en las ruinas jesuíticas de Incahuasi,
una minucia "manejable" frente al desafío
que presento unir a Antofagasta de la Sierra con el Volcán
Galán por su cara Oeste. De forma casi exactamente
a la inversa, Mabel aumentaba el nivel de malestar que sentía
en todo el cuerpo. Una decisión grupal de abandonar
la noche de campamento prevista por una "rápida
bajada" a los cómodos 3200 m.s.n.m de Antofalla,
obligó a la Organización a replantear los dos
días siguientes, ya de noche y cargando casi dos horas
al itinerario, la "nocturna" por una escurridiza
y precaria huella de casi 70 kilómetros, nos ponía
ahora en manos de Rosa y su marido, el muy conocido en la
zona, Manuel Ramos de Antofalla. Unas cálidas habitaciones
de adobe con techo de paja junto a la muy reconfortante cena,
pusieron fin a este largo día de casi 13 horas de marcha
y apenas 250 kilómetros recorridos, la baja dijo presente
hasta el último minuto, los pilotos cansados pero felices
por la aventura vivida en el seno de uno de los volcanes más
altos del planeta. La luz del generador del pueblo que puntualmente
cortó el suministro a las once horas, marcó
así la esperada hora de descanso, tratar de dormir
en un cuarto con ocho "roncadores expertos", era
otra cosa!.
Hoy,..
el salar de Antofalla.
Pocas "cositas" habían quedado de las donaciones
que el grupo había traído hasta la Puna, la
escuelita de Laguna Blanca estaba tan carente de todo que
para la de Antofalla y sus ocho chicos, algunas cajas de zapatos
y una caja de libros, no pareció tan poco, pero siempre
es poco !. Recorrer la puna y las contadas escuelitas del
departamento, "relevando" las necesidades de cada
una en particular, se convirtió en una impensada vocación
de servicio hacia esos chicos que la vida puso a jugar tan
lejos de cosas tan comunes para nosotros, ejemplo: Sergio
entre los muchos libros y enciclopedias que trajo para donar,
había unos hermosos libros de Boca que rápidamente
se convirtieron en la "estrella" de las donaciones,
pero claro la falta de entusiasmo al querer romper el hielo
con ellos hablando de fútbol, denotó enseguida
el faltante,... claro, dijimos.. enseguida nos dimos cuenta
que sin luz eléctrica para televisores y radios, era
muy difícil estar al tanto de los partidos y de los
equipos,.. claro que un River y Boca siempre están,..
pero no en la misma forma que se hacen presente en "nuestros
chicos". Cosas de la Puna.
Una vez que nos despedimos de los maestros y las ayudantes
de cocina ("Sr,.. quiero hablar con Usted"..., y
el pedido de alimentos para los comedores escolares era casi
siempre el mismo,.. "...acuerdese ahora de nosotras,
la comida para los chicos que se quedan en la escuela, es
siempre lo más difícil !"...), será
difícil volver a hacer turismo sin acordarse de ellas
!
Partimos,.. finalmente partimos a recorrer el hermoso salar
de Antofalla, recorrer los perdidos "pozones" de
colores y una primera visita al solitario puestero Simón
y sus vicuñas "guachitas" un grato entretenimiento,
la baja otra vez a primera plana, la cosa no sería
tan fácil para Diego, nuestro "pichón"
de piloto que hacía sus primeras armas en el mundo
del 4x4, ya tenía varias materias aprobadas con la
pasada del Galán, pero era hora de recibirse en "trepadas
en mallines y pendientes fuertes I" y el cerro Botijuela
era el lugar a desarrollar los prácticos. Pocos grupos
pudieron llegar al puesto de Simón, las fotos sobre
la botijuela, mudo testimonio. El grupo cada vez más
contento, los casi 2000 kms. que los separaban de Bahía
se estaban amortizando rápidamente. Dejamos al ermitaño
con un poco más de dinero que antes (a $10 la foto
con sus vicuñas, lógicamente que incrementó
rápido su patrimonio!) para dirigirnos a saludar a
un matrimonio de puesteros que están entre mis favoritos,
Antonio Alancay y su sra.Catalina del puesto La Quinoas. Convertir
un desierto en vergel, el trabajo de toda su vida para Antonio,
y son ya 75 de vivir en ese paraje apartado. Maestro de varios
oficios, gentilmente nos cede el comedor para nuestro almuerzo,
aceptamos de buen grado y el tiempo pasa casi sin darnos cuenta.
Habíamos hecho buen off-road y comido,.. que más
podíamos pedir !.
Cruzar el Antofalla (el salar más largo del mundo)
por su "angostura" un juego de niños, la
cuesta del Diablo, no. Alta y empinada hace claro honor a
su nombre, las agujas de temperatura y el "viento de
cola" ponen a prueba la calidad del refrigerante, la
vista del abra medio de pago más que justo para este
grupo que ya soñaba con el confort de la Hostería
Municipal, un poco más de doble en los "negros"
y un merecido sopleteo de filtros en lo del amigo Sergio puso
un justo final al día. Cordero regado con algo de tinto
en la casa de la Tanta Elisa el relax que a todos nos hacía
falta.
Pómez,.. piedras que flotan el desierto.
Mostrar en solo cuatro días las bellezas del Departamento
de Antofagasta de la Sierra, sonaría a despropósito
sin conocer antes a los maravillosos Campos de Piedra Pómez,
cerrar un circuito circular entre Belén y Fiambalá
un viejo anhelo de Coco el Intendente de esta última
que hace años insiste con la unión de este ambicioso
circuito que quedó oficialmente abierto al 4x4 el año
anterior, apenas 250 kms. del más puro off-road que
hasta para las rápidas y potentes japonesas resultó
materia difícil de superar (basta con decir que en
un momento las siete camionetas, enterradas se encontraron
haciendo uso del malacate todas juntas !), pala, malacate,
arena y sol. En el orden que gusten, los volcanes del NOA
no nos iban a dejar ir tan fácil. Terminadas las sesiones
de fotos y los juegos sobre las hermosas piedras de Pómez,
el cráter del cerro Blanco nos vió otra vez
bajando sin posibilidad de retorno, la huella recientemente
abierta perdida por el viento, el GPS trabajando a destajo
nos lleva a una cuesta de arena priori impasable, casi dos
horas de trabajo para desatascar de a una las camionetas nos
puso otra vez en la huella, bajar desde los 4200 msnm a los
escasos 1500 del valle de Fiambalá suponía vértigo,
el ancho del camino y los increíbles precipicios, sustento
y materia clave para el capítulo de las fobias sobre
una 4x4. "Son solo 100 kms de bajada..." escuchaban
impávidos por la radio los travesistas. La bajada por
el cañón del río Blanco, el último
"final" que debía rendir Diego para graduarse.
La vista de la caída frente nuestro, algo sí
dejaba en claro,.. habíamos elegido bien el "sentido
del recorrido".
Otra vez la limpieza de los filtros y una preparada degustación
en la bodega boutique del pueblo, puso al grupo de tan buen
humor que hasta se animaron a "seguir bajando" hasta
la hostería del amigo Santiago en Chilecito. Una cálida
despedida en la YPF de Tinogasta y las promesas de volver
a encontrarnos en un viaje juntos a Machu-Picchu en mayo,
puso en claro no solo la firmeza y organización de
éste grupo, sino el echo de que permanentemente está
buscando superar sus propios límites, y quedó
claro que en este viaje la raya se movió un poco más,
ahora van por desafíos más allá de nuestras
fronteras.